Alrededor del mundo, los gobiernos de 11 países, han autorizado la aplicación de una cuarta dosis entre sus habitantes. En Ecuador los mayores de 50 años lo pueden hacer siempre que hayan pasado cincos meses desde la colocación de la tercera dosis. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) determinó también que, las personas mayores a 50 años deberían ponerse un cuarto refuerzo.

Sin embargo, no existen aún suficientes análisis científicos sobre este tema y las opiniones están divididas. La estadounidense Pfizer pidió a la FDA que autorice una cuarta dosis para mayores de 65 años. Igual proceder tuvo la farmacéutica Moderna, que fue más lejos y solicitó que apruebe un cuarto refuerzo para mayores de 18 años. Finalmente, la FDA declaró que los mayores de 50 años, que hayan recibido tres dosis de la vacuna de ARNm, de estas dos firmas, son los únicos facultados para una cuarta inoculación.

Otra marca utilizada masivamente en ese país es la de Johnson & Johnson, quienes tengan dos inyecciones de esta, necesariamente, tendrán que inyectarse por una tercera ocasión para disminuir probabilidades de hospitalización, en caso de contagios de Covid-19. En Ecuador, pese a no existir un estudio específico, hay pronunciamientos desde la academia.

En entrevista con Primicias, Fernando Espinoza, director del Centro de Investigación de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), sostiene que la segunda dosis de refuerzo deberá ser aplicada a quienes realmente la necesiten. Uno de los casos sería a mayores de 70 años y quienes sufran de enfermedades catastróficas colaterales o tengan un sistema inmune debilitado.

El primer paso a seguir sería aplicar la tercera dosis. A escala mundial, en promedio, la ha recibido el 52 %, mientras que en Ecuador esa estadística es de solo el 40 %. Espinoza insistió en que el Gobierno organice un trabajo de campo, en conjunto con el Registro Civil, para ir hasta los hogares a inyectar a las personas que aún no tienen su tercera inoculación.

El mundo científico se divide ante un cuarto refuerzo

Durante las últimas semanas se presentó un estudio israelí, en el que se asegura que los adultos mayores de 60 que optaron por una cuarta dosis, tenían un 78 % menos de probabilidades de morir de Covid que los que se mantienen con tres dosis. Ese estudio demuestra la efectividad frente a la mortalidad, expresó Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Francisco.

Desde la orilla de enfrente se pronunció Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia y asesor de la FDA. Argumentó que el estudio contiene muchos defectos. Entre los que destacó que los participantes se ofrecieron voluntariamente a ser inoculados, eso quiere decir que es gente que está preocupada por su salud. Lo más probable es que haga ejercicio, tal vez no fume y, seguramente, use siempre mascarilla. Todo ello podría incrementar la eficacia de la vacuna. Incluso el estudio israelí sugiere que los beneficios entre jóvenes sanos son marginales.

En términos más claros una cuarta dosis, puesta cuatro meses después de la tercera, restauró los niveles de anticuerpos al mismo pico que después de la segunda, pero no más que eso. Estudios recientes han demostrado que quienes hayan recibido dos o tres dosis de Pfizer o Moderna están bastante protegidos contra una posible enfermedad grave.

Espinoza señala que tras ser vacunado o atravesar una infección por Covid, los anticuerpos producidos por el organismo duran entre cuatro y seis meses. Tras este tiempo la protección no desaparece, ya que el organismo mantiene dos tipos de inmunidad. Una es la humoral, que se refiere a anticuerpos producidos por los linfocitos B, cuya cantidad disminuye con el tiempo. En el caso de la defensa celular, generada por los linfocitos T se mantiene activa para el resguardo del organismo humano.

Por ahora, faltan estudios al respecto, algunos científicos estadounidenses están preocupados de que los refuerzos sean con la cepa original de la inyección y temen que esto haga que el cuerpo sea menos receptivo a las versiones futuras. Estiman que espaciar la vacunación, quizá a una vez al año, produciría una respuesta inmunitaria más fuerte y duradera. Pero como se sabe son apenas hipótesis científicas que deberán probarse. La única certeza es que la Covid-19 aún está presente y no se puede bajar la guardia en las distintas medidas de bioseguridad.

Fuente: New York Times y Primicias

Share.

Leave A Reply

Abrir chat
1
¿Necesitas Ayuda?
Hola, ¿en qué podemos ayudarte?