En noviembre pasado, Alejandro Arteaga encabezó una expedición hacia los bosques nublados del sur de Ecuador. El objetivo era encontrar sapos considerados extintos. Pese al esfuerzo no localizaron a ninguno de ellos, pero, en un giro de timón, hallaron algo que valió la pena el sacrificio.
Cuando regresaban a casa sin haber logrado su primer propósito, Arteaga, biólogo de la Fundación Khamari, junto a su equipo hicieron una parada para comer en Amaluza (Provincia de Loja). Al ser un poblado pequeño, no existe propiamente un restaurante, donde preparen comida. Finalmente, golpearon de puerta en puerta hasta conseguir alguien que les prepare un sabroso plato de la zona.
Una mujer muy amable dio un recibimiento acogedor a los viajeros y empezó a sazonar unas truchas. Cuando los escuchó hablar sobre anfibios y serpientes, les comentó que cuando visitaba a sus familiares fallecidos, veía varias serpientes en el cementerio local.
Según los rasgos con que la anfitriona describió a los animales, el equipo de Fundación Khamari, una ONG dedicada a cuidar la biodiversidad de Ecuador, especularon que se tratarían de serpientes de tierra del género Atractus. Su principal característica es que pasan mucho tiempo bajo tierra.
Basándose en que esa especie no tenía registro científico por esa región del país, los investigadores decidieron explorar el cementerio. Sin revolver tanto la tierra, pues estaba blanda, encontraron dos serpientes. Durante la intervención ninguna tumba fue excavada ni mucho menos profanada.
Al ver las serpientes de vientre amarillo, decidieron permanecer más tiempo en el lugar. Además, se contactaron con el profesor Diego Piñán, quien había recogido algunas muestras de los reptiles. Gracias a la observación y a los datos recabados identificaron tres especies nuevas para la ciencia, así lo citó un estudio de la revista ZooKeys.
El siguiente paso es ‘bautizarlas’
Aún no hay un nombre definido, mas los científicos sugieren llamarlas A. Discovery, cuya característica es tener ojos muy pequeños y el vientre amarillo con una línea negra. La siguiente sería A. zgap, que tiene un vientre amarillo sin línea, y A. michaelsabini, se diferencia por ser la más robusta de todas.
Esta última llevaría ese nombre en honor a Michael Sabin, un joven naturalista, quien junto a su familia ha protegido cerca de 1.070 km cuadrados de hábitat crítico, para precautelar el bienestar de anfibios y reptiles.
FUENTE: National Geographic.
FOTOGRAFÍA DE : Amanda Quezada